En el centro del triángulo formado por Alconchel, Cheles y Villanueva del Fresno se encuentra en un paraje inigualable de la dehesa extremeña, las ruinas de un convento entre la vegetación y el serpeante arroyo de Friegamuñoz.
Hay una leyenda en la comarca que explica que todo se debe a una aparición de la Virgen cuando un pastor, llamado Muñoz, fregaba sus enseres en el arroyo y ésta le dice ¡friega Muñoz! Desde entonces la rivera toma este nombre y la aparición promueve la construcción de este convento.
Durante muchos años se celebraba una romería celebrando este evento por parte de los habitantes de los tres pueblos. Últimamente solo acuden los de Alconchel.
La historia de este convento se remonta a finales de S. XIV, entregándose a la Orden Franciscana. En sus comienzos se consideraba más un eremitorio que un convento ya que los monjes habitaban pequeñas chozas de madera distribuidas por las laderas, aunque desde su origen cuenta con una pequeña capilla excavada en la roca. En el S. XVIII se aprovecha un pequeño puente sobre el arroyo para construir el acueducto que llevaba agua al convento de un manantial cercano.
Con la desamortización de Mendizábal entra en el abandono y su estado se deteriora paulatinamente.
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