La fotografía en blanco y negro continúa manteniendo un atractivo muy especial, logra captar la esencia y elimina lo superfluo, permitiendo centrar nuestra atención en la belleza de lo simple.
Su minimalismo ofrece un protagonismo total al sujeto u objeto retratado, su sencillez resulta atrayente y cautivadora. La crudeza de los muros milenarios de la Alcazaba alcanzan toda su brillantez en una escala de grises.